¿Qué han dicho de La bicicleta amarilla en la prensa española?

«Se trata de una verdadera oda homenaje a las bicicletas clásicas y está escrito en 16 estrofas de octava real numeradas (ocho versos de once sílabas que riman en consonante), lo que no debe asustar, porque los niños pequeños hacen muy buenas migas con la poesía (lástima que después muchas veces se pierda o no se fomente ese buen entente). Una rima que da a esta excelente historia un ritmo agradable, como de pedaleo, pero no el vertiginoso de los ciclistas profesionales o el de las bicicletas estáticas “que no conocen la esencia de la vida”. Se trata de un pedaleo tranquilo, como el que va de paseo por el campo. Y ese es el pedaleo con el que sueña Juan, un niño que ha pedido para su cumpleaños una bicicleta amarilla. Las ilustraciones, que nos recuerdan a los trazos de pintores futuristas como Chirico, son el complemento perfecto para esta historia sobre el deseo de un niño de tener su bicicleta y de las peripecias de un padre por hacerlo realidad. Un deseo por el que si no todos, casi, hemos pasado.»

Antonia Justicia, La VANGUARDIA

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«La bicicleta aquí es protagonista, como objeto de deseo para todas las edades. Pero también está muy presente la ciudad. ¡Binomio de ciudad y bicicleta, escenarios de amor y de odio mutuos! Esta ciudad-metrópoli que no esconde las ganas de evocarnos las angulaciones de Fritz Lang (Metrópolis) se describe magistralmente en la primera y última estrofas:

Grande es el cuerpo metropolitano,

ciudad de tranvías y ruedas con motor,

paradas, luces, un bus que va a metano,

lleno de gentes de distinto color.»

Ignacio Ceballos, LITERATIL

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«Una propuesta muy interesante sobre el mundo de la bicicleta, porque en una ciudad hay muchos medios de transporte pero ninguno como la bicicleta. En estas páginas se palpa el amor por este vehículo, además de su sencillez y su cercanía a cualquiera una bicicleta es un medio que une a gente de todo tipo, grandes y pequeños, gente adinerada o sencilla.»

BICHITOS LECTORES BLOG

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«Los personajes y escenarios, espigados y rebosantes de luz, recuerdan la estética de los publicistas y cartelistas de la primera mitad del siglo XX y aportan un matiz exclusivo a esta bella propuesta, un sincero elogio del velocípedo, ideal para comenzar a degustar la poesía en pequeñas dosis.»

Canal Lector

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«La bici­cleta ama­ri­lla, un relato en verso de Mat­teo Pelliti acom­pa­ñado de las extra­or­di­na­rias ilus­tra­cio­nes de ins­pi­ra­ción futu­rista de Ric­cardo Guasco. El pequeño Jua­nito, la ciu­dad, el deseo de tener una bici­cleta ama­ri­lla per­fec­ta­mente equi­pada y veloz, el sueño hecho reali­dad por el padre a par­tir de un cua­dro oxi­dado y la pro­mesa de una ciu­dad más habi­ta­ble a base de peda­leos. Una preciosidad.»

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«El día se abre radiante. Cojo un libro como este, luminoso, sencillo, con rima, muy bien llevado. Disfruto de la historia. De ese hijo embobado en el escaparate, de la sorpresa de su padre, de cómo los objetos vuelven a la vida. Sonrío, no sé si por sus propios deseos o por los míos…»

Román Belmonte, Dónde Viven Los Monstruos

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«¿Por qué no se editan más libros cómo este? ¿Tan difícil es combinar la poesía con el arte y, al mismo tiempo jugar con los espacios, los colores y ? Amo las bicis, sí; es cierto. Pero no solamente por eso recomiendo leer este libro. Es un derroche de energía y de ansias de descubrir un mundo a nuestros pies con el viento a favor o en contra pero siempre hacia delante. Me ha gustado saber de los sueños de un niño de ciudad que sabe que la felicidad tiene muchas caminos a los que se puede llegar dando rodeos o por atajos, pero con la complicidad de su familia es mucho más fácil llegar para quedarse.»

Àngels S. Amorós, CULTURAMAS 

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«En una cultura del usar y tirar, retomar la costumbre de reparar y reutilizar me parece tan necesario.»

Pajarosenlacabeza.net

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«El relato es emocionante, ambos autores (escritor e ilustrador) nos hablan de lo mismo, de todas las posibilidades que nos da lo más simple, pedalear «bajo un gran arcoíris colorado»

Bárbara Cáceres Chomalí, YOYORAMA

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