A primera vista el último libro de Ruzzier nos sorprende: ¡no se trata de un álbum ilustrado, es un cómic! Y no es un cómic porque integra de manera superficial algunos elementos, como los bocadillos o las onomatopeyas, sino por su propia estructura narrativa que se construye viñeta tras viñeta, página tras página. ¡Lo que viene a ser un auténtico cómic!
No es la primera incursión del autor en el lenguaje del cómic. Cuando empezó como ilustrador en Italia colaboró con revistas como Linus o Lupo Alberto Magazine. Además es conocido su gran amor por las tiras americanas, especialmente Krazy Kat de George Herriman de la primera mitad del siglo XX y Peanuts de Charles M. Shulz de la segunda mitad. Elementos narrativos, del lenguaje y del ritmo propios del cómic son evidentes en toda la obra de Ruzzier, era solo cuestión de tiempo que el autor decidiera reflejar en una obra su pasión por el cómic.
Fox y Chick son respectivamente un zorro y un polluelo. Son amigos. Fox parecería el adulto de la pareja, más moderado y responsable, mientras que Chick sería el pequeñajo, impulsivo e impertinente. Ruzzier crea una pareja de “funny animals” precisamente a la manera de Herriman, con sus Krazy Kat e Ignatz Mouse, y de muchos otros cómics de los orígenes, y diseña interacciones para explorar su relación. Toman vida unas historias mínimas que narran lo cotidiano e incluso los momentos cómicos, que los hay y son unos de los motores de la narración, no buscan una risa explosiva con rocambolescas caídas ni tartas en plena cara, sino que se rigen por la sutil tensión entre los dos protagonistas, entre la petulancia y la testarudez de uno y la seráfica paciencia del otro.
El libro está compuesto por tres historias: en la primera, La fiesta, Chick usa impunemente el baño de Fox para montarse una fiesta con otros y sin avisar al zorro; en ¡Qué sopa más rica! Chick provoca a Fox con preguntas sobre la dieta vegetariana, hasta darse cuenta de que él mismo podría acabar siendo una deliciosa comida para su amigo si este quisiera; en el tercer y último episodio, No te muevas, Fox intenta pintar un paisaje hasta que aparece Chick pidiéndole que le haga un retrato pero luego no es capaz de quedarse quieto ni un momento.
Se percibe como uno de los motivos recurrentes en la poética de Ruzzier, es decir la relación entre el desarrollo personal y la soledad, vuelva también en estos breves relatos, mirado de cerca y bajo examen en el juego entre las distintas formas de ser de Fox y Chick. Fox es el prototipo de los protagonistas de los álbumes de Ruzzier: un zorro solitario que lleva a cabo a diario sus actividades a menudo contemplativas (leer, pintar, cuidad del huerto…), con un ligero velo de melancolía pero con una evidente serenidad de base. Chick, en cambio, entra en escena para sabotear constantemente la tranquilidad del otro: es un alegre e inconsciente pesado, que no se da cuenta de los efectos de su forma de actuar. Así que Fox reacciona con una aceptación casi zen, para aguantar el tipo y no perder la paciencia ante el pequeño terremoto. […]
Aunque la organización de la página produce un ritmo de lectura pausado y no concitado, Ruzzier realiza pequeñas variaciones en el número de viñetas, sus dimensiones y formas, a través de los diálogos o de los silencios, de las acciones y de las pausas. El libro se convierte en una prueba más de la increíble capacidad del autor de dotar de ritmo la narración y la página, además de ser una ocasión estupenda para los primeros lectores para familiarizarse con los cómics.
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Extracto de la reseña publicada en la monografía dedicada a Sergio Ruzzier OBLÒ nº2, pp.88-91, Asociación Hamelin, Bolonia 2018.